domingo, 6 de abril de 2008

Seda

Director: François Girard
Cuadro de paisajes infinitos y bellos, obra contemplativa no apta para hiperestésicos o dolentes del síndrome de Stendhal, el espectador sensible se quedará extasiado ante la contemplación de tal belleza, armonizada por intensos y dilatados silencios que aturden y adormecen el sentido de la realidad.
Y la realidad es que la película se queda en un vacuo ejercicio paisajista, de belleza formal impecable que intenta transmitir el sangrante amor que inunda al protagonista hacia aquellas tierras, aquella gente y aquella mujer.
La intensidad dramática la ponen un Michael Pitt correcto y una Keira Knightley angelical y frágil como nunca.
Basada en la famosa novelita de Alessandro Baricco, debería haber durado al menos el doble de tiempo para poder introducirnos en la complejidad de las intensas emociones experimentadas por los personajes.
Sólo por deleitar a los ojos con esos manantiales brumosos y esas aldeas nevadas merece la pena la contemplación.

Lo mejor: Altas dosis de belleza concentrada. El tratamiento de la luz
Lo peor: No profundiza en los personajes

Mi puntuación: 5

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